¿Quién dijo privacidad?

Quiero romper una lanza a favor de los que no tienen cuenta en Facebook, ni Twitter, ni hostias. Y lo digo yo, que tengo cuenta en Facebook, en Twitter y en hostias… Ya ves lo coherente que soy.

Al poco de darme de alta en Facebook, ya hace unos 3 o 4 años, comprobé con horror, pavor y otras cosas acabadas en “or” que de poco servía que yo seleccionara minuciosamente cuatro fotos mías en las que salía monísima de la muerte, mostrando mi perfil bueno, sin poner cara de haberme tragado un limón, ni nada, para colgarlas. ¿Tú sabes lo difícil que es hacerte una foto y parecer una modelo cuando NO lo eres? Te tienes que sujetar los michelines hacia atrás con cinta aislante y… Em… Esto no viene al caso. ¿Para qué tanto esfuerzo, si luego me van a etiquetar en una foto de hace diez años en la que salgo vomitando en un container a las seis de la mañana (es un caso hipotético)? Claro, mientras vomito (hipotéticamente), no pongo esa sonrisa de anuncio de dentífrico que tanto me favorece, se me vienen los pelanganos a la cara, tengo ojeras, los ojos en blanco… Perfecta para ir al casting de “Thriller” (recuerda, hipotéticamente). No me vengas con que puedo restringir quien ve o no ve las fotos en las que me etiquetan, todo el mundo sabe que la seguridad de Facebook es como la de los carritos que atas con una cadena en la puerta del súper. Sí, el carrito floreado no se lo lleva nadie, pero de la merluza de palangre que llevabas dentro sólo quedan las escamas cuando vuelves con las tiritas que te habías olvidado. ¡Leñe, que es de palangre!

Y ahora que, iPhone en mano, cualquier inútil te hace una foto de esas “por sorpresa” y luego la cuelga para que todo el mundo vea bien cómo te sacas un moco (en el mejor de los casos)… ¡Me rebelo! ¡Nosotros mismos estamos acabando con nuestra intimidad! Dile a ese “amigo” que se dedica a hacerte fotos gilipollescas a traición y colgarlas en la red que le vas a hacer una colonoscopia con el iPhone (ya sabes, el camino más oscuro es el recto). Van a salir unas fotos guapas, guapas. Igual hasta le mola.

Y, ti@, no cuelgues cada tres segundos que has ido al baño, o que te has encontrado un piojo que no conocías en el pelo. Toda esta información, aparte de que no nos interesa (pero no llores, que no iba en serio… Me importa mucho, de verdad. Me apasiona que me expliques que se te han pegado los macarrones. Sí, me coge una pasión que… zzzzZZZzzzzZZZ), algún día se puede volver en tu contra. Muchas empresas te buscan en las redes sociales antes de una entrevista de trabajo para saber “¿y cómo es él? ¿A qué dedica el tiempo libreeeee?”. Sólo deben encontrar fotos tuyas jugando al Apalabrados. O al Trivial, que eso viste mucho. Trabajando con una ONG, si quieres. No, jugando a rol en vivo, no, las mallas de colores brillantes no te favorecen. Ah, que juegas a Vampiro… Pues coge tu foto disfrazado de nosferatu y quémala. Si la tienes en el disco duro, quémalo también, toda precaución es poca. Vamos, a menos que quieras trabajar haciendo de Bob Esponja en un túnel de lavado.

Para terminar te dejo una frase que me he encontrado vagando por rincones oscuros y poco recomendables de la red donde sólo se habla en susurros: “Si no encuentras a tu media naranja… ¡será porque eres la pera!”

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