Reseñas envenenadas

Creo que les voy a pedir a los escasos lectores a los que les he pasado mi novela entera (se llama «Al otro lado de las llamas», ¿te lo había dicho alguna vez?) que me hagan alguna reseña y la colgaré aquí, así tendrás alguna opinión externa sobre si vale la pena o no. Yo qué te voy a decir, que es la repanocha en bicicleta, mi opinión no es de fiar…

Me ha llamado la atención que varios de ellos me han dicho que tengo un estilo directo al escribir. ¿Se puede saber qué es eso? ¿Estilo directo, estilo indirecto, estilo circunstancial de tiempo, va por ahí la cosa? Porque yo pienso en estilo directo y me imagino algo como:

“El ratón salió de su madriguera. Encontró un pedazo de pan y se lo comió. Ahora está haciendo la siesta. Se está perdiendo “Pasión de gavilanes”. Fin.”

Así, placa, placa, dos tortazos mentales, directo al corazón (me he emocionado con estas sencillas frases…) Bueno, así comenzó el autor de “¿Quién se ha llevado mi queso?” y ahora, échale un galgo.

No es que tenga nada en contra de este estilo minimalista pero no me veo ahí, no me veo ahí… ¿Tú qué opinas? ¿Te has leído lo que he colgado de la novela? Léela y me cuentas. Te diré que no me gusta extenderme en descripciones de páginas y páginas, al más puro estilo “Los pilares de la Tierra”. Es una novela que me encantó, y la segunda parte, “Un mundo sin fin”, todavía más, si cabe, pero cuando comienza a explicar que si el arco de medio punto, que si el arbotante (que eso no me lo dice Ken Follet en la calle, me “cagüen”…), que si la lustrosa perla de color marfil que asoma por tu frente (me refiero a ese grano con cabeza horrendo que te ha salido y que no puedo dejar de mirar), me dan ganas de saltarme 5 páginas de golpe (o saltar de un puente, pero para eso tendría que levantarme. Mejor me salto 5 páginas). Luego no lo hago, pero pierdo valiosos minutos de vida leyendo todo eso, y… Yo no soy arquitecta, Ken. No me empano de nada.

¿Has leído “El nombre de la rosa”? Hay un momento en que se describe un grabado y, ¡fiesta loca! Medio capítulo explicando detalladamente todos los animalejos que salen en el dibujo, venga, toda el arca de Noé bicho por bicho, como si le importara a alguien. Porque, para más inri, no tiene ninguna importancia en la historia. Pero, en fin, Umberto Eco es un mundo aparte. Hace muchos años leí “El péndulo de Foucault” (sí, hasta el final. Droga dura) y me encontraron babeando en un rincón de mi habitación. Llevaba tres días así. Es la cosa más… más… ¡Arrrgghhh! Me deja sin palabras… ¡A mí! Voy a buscar una… Hebdomadario. El bueno de Umberto nos da una clase magistral sobre todo lo que sabe de íncubos, súcubos, homúnculos, forúnculos y monóculos, total, para perderse en frases de 7 u 8 líneas, que cuando las acabas ya no sabes de qué iban, hilvanando una historia que no lleva a ninguna parte. Como el final de “Los Serrano”, no, peor. Qué final, nunca un libro había despertado en mí tantas emociones. Unas ganas de suicidarme con una hoja de lechuga burras, burras…

Tal vez no coincidas conmigo y te gusten las descripciones largas (oye, que yo hago descripciones, ¿eh? Sólo que más cortas), es verdad que te metes más en situación y esas cosas… No pasa nada, para gustos, los colores. Si todos pensáramos igual, qué aburrido sería el mundo. Nadie se pelearía, ni nada… Un rollo.

Ah, y si te gustó “El péndulo de Foucault”, que para mí es el peor libro de la historia, pues bueno… Me parece muy bien, Umberto.

Ahora en serio, todas las opiniones sobre libros que has leído aquí son totalmente subjetivas, mías y remías, no voy a intentar convencer a nadie de nada ni quiero entrar en ningún debate descarnado sobre arbotantes. Ken Follet y Umberto Eco son dos grandes escritores que, desde luego, han llegado más lejos que yo en el mundo de la literatura, y son muy respetables. Y sus libros me parecen buenísimos, casi todos (menos “El péndulo de Foucault, ahí sí que no doy mi brazo a torcer y me pelearé con quien haga falta, menudo rododendro rebozado…), que conste.

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2 respuestas a Reseñas envenenadas

  1. Edwin dijo:

    Soy asiduo de Umberto y debo confesar que la primera lectura del «Pendulo» no fue fácil, pero una vez que has captado como viene la trama es sencillo entender el juego y captar la belleza del texto, que no radica en la longitud por kilogramo del texto sino en el mismo juego que pretende. No he leído aun tu novela, lo que haré apenas termine de escribir este comentario; pero puedo decirte que como lector lo que mas valoro es lo que decía Oliverio Girondo que «no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar», en referencia al texto, claro esta.
    Un cordial saludo!

    • requefer dijo:

      ¡Hola, Edwin! Dices que la lectura de «El péndulo» no fue fácil… Yo tengo la firme convicción de que cuando una cosa no le cae bien al cuerpo de entrada, te está enviando un mensaje. Es como fumar, a nadie le gusta el primer cigarro, ¿pues para qué sigues? En fin, me remito a lo de antes, para gustos los colores.
      ¡Un saludo, Edwin!

      PD: Buen intento, Umberto, sé que eres tú…

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