Año nuevo, resaca nueva

¡Última entrada del año, esta noche, fiesta loca! Bueno, fiesta loca, igual tú, yo me voy a casa de unos amigos a jugar a juegos de mesa “locamente” hasta que el cuerpo aguante. A mí, de todas maneras, eso de salir en fin de año y encontrarme con esas chicas que llevan tanta laca en el pelo que con un rápido giro de cabeza podrían cortar una patata en finas rodajas no me convence. Qué miedo, nen@… No, prefiero un rollo más familiar en fin de año. Tengo 364 días para salir, si quiero. Si puedo. Si me dejan… ¡Dejadme salir!

En fin, mañana, cuando te despiertes a la hora de la merendola con los ojos hinchados como dos tomates de huerta, la lengua como un estropajo nanas, la boca más pastosa que un tubo de pegamento, una sed como para terminar con los embalses de este país (no te creas que hace falta tener mucha sed…) y un dolor de cabeza como si tuvieras dentro a Mariah Carey haciendo un unplugged… Bébete un zumo de tomate, que va muy bien para la resaca, y piensa que yo ya llevo horas despierta y estoy disfrutando de un paseo por mi barrio a lo “soy leyenda”: todo está hecho un asco y no se ve ni un alma, si acaso algún zombi que huye de la luz del sol. Ejem, por aquí me preguntan que si una lata de tomate triturado diluida en agua sirve igual. No sé si sirve igual para la resaca, pero para echar las papas va de coña. Ya puestos, añade unas gotitas de lejía, que van muy bien para limpiar, no te fastidia…

Ya no me queda mucho tiempo para prepararme, y si he llegado a alguna conclusión en estos días es que las redes sociales son unas ladronas de tiempo. Desde que ando en twitter, Facebook y el blog casi no escribo. Casi no escribo mis novelas, quiero decir, porque tengo las yemas de los dedos como tapones de corcho de tweets, posts, mensajitos y marrindungadas varias. Esto no puede ser, como no restrinja el tiempo en internet lo llevo claro, me paso el día mirando tonterías una y otra vez. ¿Me ha contestado el tweet? No… ¿Y ahora? No…  ¡Que no, pesada (es la primera vez que un ordenador se salta la primera ley de la robótica y me suelta una leche)! ¿Tendré algún comentario en el blog? No, y  eso no es una indirecta, es una directa, a ver si me dejas más comentarios, que me siento como Tom Hanks en Náufrago, hablando sola con una pantalla en la que he dejado la huella sangrienta de mi mano para que parezca un poco más loca de lo que estoy.

En fin, he decidido que sólo conectaré a internet a determinadas horas (me pondré un minutero en forma de huevo para controlar) y así podré centrarme en mi nueva novela, que va de un muerto. Sí, ¿tienes algún problema? Es un muerto con mucha vida social, ya verás… A mí me gusta mucho la idea, pero no he pasado de las nueve páginas, a este paso no acabo ni para fin de año… ¡del año que viene! Madre mía, al ritmo al que se me ocurren cosas para escribir ya llevo una sobrecarga de ideas que me va a estallar la cabeza. Si sigo tan procrastinadora, igual se me cruzan los cables y me pongo procastradora. Mmm… será mejor que guarde todos los cuchillos bajo llave. ¿La motosierra? No, la dejo a mano, si me voy a poner a castrar, que sea con estilo…

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