Mi primera vez

Te mola el título, ¿eh? Es para captar tu atención. Acabo de recibir la primera crítica de “Al otro lado de las llamas”, de la mano de uno de los pocos afortunados que han tenido el privilegio de leerla entera. Aquí la tienes:

 

«Es la primera vez que leo un libro escrito por una conocida y la verdad es que cuando Vanessa me pasó la novela me surgieron algunas inquietudes. ¿Y si no me gusta? ¡Son más de 600 páginas! ¿Y si es un coñazo? ¿Debería acabarlo por compromiso? ¿Debería ser crítico o benevolente?… la verdad es que empecé a leerlo con curiosidad aunque, os lo confieso ahora, sin tener la confianza de poderlo acabar.

Cual fue mi sorpresa al encontrar una historia que engancha desde el principio y tiene ese requisito básico que debe tener toda novela… ¡Ganas de seguir leyendo el siguiente capítulo! Sólo puedo decir que me entretuvo y que me hizo olvidar que lo que tenía en las manos era una de las primeras obras de una escritora novel.

Os recomiendo sin duda su lectura. Aventura, amor, magia… de la mano de una hiperactiva bien canalizada. ¡Enhorabuena Vanessa, estoy esperando la siguiente!»

 

El sujeto pasivo que ha escrito la reseña se llama Ernest, por cierto.

Ernest, si lees esto, que sepas que todo lo que voy a poner lo escribo desde el cariño y que es verdad, verdadera. Si discrepas, deja un comentario, si tienes lo que hay que tener.

Cuando le ofrecí a Ernest el único ejemplar escrito de la novela para que la leyera (me la regaló mi pareja por mi cumple, encuadernada en plan profesional… pero era una versión con tantos gazapos que podría haber pasado por una traducción al urdú del norte) me miró con desconfianza y un punto de «¿por qué leches me miras a MÍ?». Era una señora tochana, más de una vez me había subido encima del libro para llegar al estante de arriba del armario de la cocina. No hay nada peor que un amigo se te acerque con una sonrisa y una especie de cubo de papel diciéndote… ¡que lo ha escrito él! ¡Que te lo leas! ¡Es una orden! Y te preguntas qué hiciste tan malo en otra vida para que te pase esto a ti. ¡Que esto no ha pasado ningún filtro! Es un momento delicado, lo que tu amigo te tiende podría ser la muerte hecha papel, y como no te lo acabes y le des una opinión… Y que se note que te lo has leído, porque va a preguntarte qué te parece la escena de la página 347, o si tal personaje va bien peinado. Lo que yo te diga, te está poniendo en un compromiso.

Como ves, no tengo ningún reparo en hacer ese tipo de judiadas a mis amigos/conocidos/parejas/familiares.

Total, que el bueno de Ernest me vino a decir (como él ya menciona) que lo empezaría a leer pero que no podía prometerme que lo terminara… que tenía mucho lío. A ver, para ser una persona que estaba en el paro, eso de “mucho lío” no colaba mucho. Lo que me estaba diciendo era: “Vanessa, eso tiene una pinta de ñordo que tira de espaldas, seguramente no pasaré de la página 3. ¡Pero me caes muy bien!” Ok, mensaje pillado.

Una vez dicho esto tengo que decir que Ernest se leyó el libro enterito, incluso me sugirió cambiar algunas cosillas (eso demuestra que no se había limitado a mirar las ilustraciones. Mejor, porque no había ninguna). Yo me defendí con uñas y dientes (por esa época no me dolían… los dientes, digo), dije que mi estilo era así, que no dejaría que nada ni nadie mancillara mi forma de escribir, ¿qué se había creído, el chinche éste? Y luego lo cambié todo.

Jo, es que tenía razón, los personajes utilizaban (en raras ocasiones) términos que no eran muy adecuados para la época medieval, como “En lo más profundo del páramo el ominoso silencio se rompió cuando comenzó a sonar la dulce voz de Camela en su Blackberry” o “El anciano, con su rostro oculto bajo la capucha, sólo dijo una cosa: No puedo acompañaros en vuestra aventura, tengo cursillo de internele en el casal de ancianos. Miramos páginas de guarrillas.” Cosillas sin importancia.

Cuando reciba más reseñas las iré colgando. Por cierto, sé que te he dejado preocupad@ pero… ¡Ernest ha encontrado trabajo! ¡Felicidades, Ernest, has dado con EL puesto de trabajo! ¡Sólo había uno!

No quisiera terminar estas sentidas líneas sin mentar a la madre que parió a mi dentista.

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2 respuestas a Mi primera vez

  1. Muy buena primera vez, entonces. Felicidades. 🙂

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