Antes que nada, si no has comenzado todavía a leer «Al otro lado de las llamas», hazlo antes de que te caiga una maceta en la cabeza y sea demasiado tarde. Para conseguir buen karma, pasea tu «ratulín» por aquí.
Me he estado moviendo un poco por el bien de mi novela. Aparte de ir al gimnasio a castigar las chichas, que eso a mi novela se la trae al pairo (¡desagradecida!), he puesto el blog en algunos directorios de blogs. Sí, de esos que no se mira nadie porque son un coñazo y es más divertido ir merodeando por la red con un pasamontañas. También he empezado a colgar capitulillos en un fanfic. Un fanfic consiste en, como dice la palabra, fics de fans. Es un sitio donde puedes colgar idas de olla que se te ocurran sobre personajes de pelis, libros, cómics… Yo he dicho que “Al otro lado de las llamas” está inspirado en Pokemon y he tirao p’alante. Sólo he tenido que hacer alguna pequeña modificación, cuando Kendra tiene que luchar alguien grita “¡Kendrachu, te elijo a ti!” y la tira con todas sus fuerzas contra el suelo. Casi no se nota el cambio dentro de la trama. Si quieres entrar y dejar algún comentario (bueno, positivo, alentador, pelotillero) en el primer capítulo, para que alguien más lo lea conducido por tus cantos de sirena, kalimérame aquí (kalimerar: de Kalimero, persona que da mucha penita y haces cosas por ella para aliviarte psicológicamente de otras putadas que has ido haciendo en esta vida perruna, cabroncete/a).
Si quieres entrar en uno de los directorios de blogs y valorar el mío (siempre para poner cosas buenas, si no mi alma te perseguirá… durante un ratito) también te dejo unas letras azules pinchables, es la Blogoteca del diario 20 minutos. No sé si hago bien enseñándote esto porque corro el riesgo de que veas otro blog más joven que el mío, operado, teñido, liposuccionado y chuminero, y me dejes, pero correré el riesgo. Piensa que los otros no son tan naturales como el mío, es como cuando te encuentras un boloñito en tus macarrones. Sí, hombre, un boloñito es un cuerpo extraño recubierto de salsa boloñesa. Jamás sabrás lo que es a ciencia cierta, sólo el cocinero que ha perpetrado el plato sabe qué es esa cosa que nada en el tomate, puede ser un trozo de carne con trazas de ternera (¡Dios mío, ternera noooo!!!! Al paredón, aquí sólo se come carne de batracio encebollado) o pueden ser trocitos de cheetos que se le han caído a alguien en la sartén. ¡Mmm, cheetos en la salsa de los macarrones! Creo que voy a llamar a Ferrán Adrià, seguro que a nadie se le había ocurrido semejante bazofia ranchera antes. Si vas a interrumpir para decirme que eso está malísimo, ahórratelo, estoy creando…
En fin, a lo que vamos, si vas a valorar el blog, aparte de poner un comentario chisposo y majete como “mi vida no tenía sentido hasta que encontré el blog”, “mi vida no tenía sentido hasta que comencé a leer la novela” o “mi vida no tiene sentido pero el blog y la novela molan”, tendrás que valorarlo con estrellitas. Tú pon el máximo, porque así entras en el sorteo de un día soleado.