Vaya, hace un minuto era viernes por la tarde, con un universo de posibilidades ante mí, planes, relax, ocio… y al parpadear me he encontrado en el trabajo otra vez, es lunes por la mañana ¡y yo con estos pelos! ¡Pero si aún no he terminado de maquillarme para salir de farra! ¿Qué ha pasado con mi finde? Se ha evaporado en un microsegundo y ahora mira el cabroncete del reloj, lo lentito que va. ¿Es para matarlo o no es para matarlo? No te escondas, peluco del averno, que no te va a servir de nada (se ha encerrado en el baño, le oigo hacer “tic-tac” desde aquí).
Hace años que no uso reloj de pulsera porque me pasaba la vida mirando la hora con cara bobalicona. Ahora sólo tengo el reloj del móvil, y por no abrir el bolso y rebuscar entre paquetes de pañuelos de papel, chicles, cepos para osos y todo tipo de pastillas para enfermedades tropicales (nunca se sabe, yo tomo muchas bebidas tropicales), pues no miro la hora. Vivo mucho más tranquila, la verdad, pero ahora, en estos momentos de calmachicha currelante, que no se declara un incendio, ni viene nadie a atracarnos, ni a insultarnos, ni ofrecerme participar en un concurso de nada… Me aburro. El tiempo se estira, se estiiiiiiiiira y los minutos pasan ante mis ojos como caracoles escayolados.
Luego, cuando salga, iré a casa, jugaré con la niña, su merienda, el gym, mis cosas, el baño, la cena, un poco de tele, se me cierran los ojos… ¡¿Cómo, otra vez en el curro?! ¡Y en pijama y rulos! Aquí pasa algo raro, me están robando el tiempo de ocio miserablemente, me siento como Momo (¿No has leído Momo? ¡Pues no momas nada!). ¿Qué es, un agujero de gusano de estos? ¡Si yo no tengo bichos en casa! Mira, yo no sé que pasa, pero me voy a plantar delante del reloj con la escopeta de cañones recortados y vamos a tener una agradable conversación sobre la relatividad. Si no me deja disfrutar de mi tiempo libre hasta que me harte voy a llenarlo “relativamente” de perdigones.
«El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que gozan; pero para quienes aman, el tiempo es eternidad».
Henry Van Dyke
Para mí, que estoy friendo empanadillas, el tiempo discurre ahora rápidamente porque él también tiene hambre.
Te entiendo, a mi algún dios también me debe horas, probablemente el mismo que puso tantas las terminaciones nerviosas en el dedo meñique del pie. La crueldad de los dioses es infinita, y en el caso del tiempo, cíclica, a mas saña.
Hay que echar a estos dioses y convocar elecciones. Yo voy a votar a Lobezno.
Si, leí Momo, Es sobrecogedor, pero, a veces, la realidad lo es más.
Lo malo es que nos damos cuenta pero no hacemos gran cosa al respecto. Se acabó, mañana dejo el trabajo y me siento en el bordillo a mirar las nubes. Y punto.