La canción del verano, si Mozart levantara la cabeza…

Ya estamos otra vez. He oído un anuncio con una canción malísima y aquí estoy, cantándola a todas horas: “Lo tengo todo, papi. Lo tengo todo, papi: tengo fly (¿??), tengo party, tengo una sabrosura…”

Esto de repetir los estribillos cutres es de esas cosas que no puedes evitar y te meten en problemas, imagínate que se lo susurras al cura mientras te estás confesando. Corre, corre por tu vida antes de que se levante la sotana y te enseñe al padre, al hijo y al espíritu santo. O se lo dices a tu abuelo durante la comida del domingo y te suelta una guantá que te pone la pupila derecha en la órbita del Hispasat (la izquierda se ha hundido dentro de la cara y hace bultito en la nuca). En fin, si quieres desear haberte reventado los tímpanos con unos peta-zetas, óyela aquí.

Qué tendrán esas canciones… Igual que la canción del verano, que tiene más mala leche que lanzar a M.A. Barracus en ala delta, pero se te mete en la cabeza y malgastas dos neuronas que se la aprenden sin remedio mientras perrean entre ellas (sí, ls neuronas perrean y tienen mucho «flow»). Y se quedan así para siempre, babeantes, irrecuperables. Vestidas como putucas. Un estudio científico demuestra que si oyéramos las suficientes canciones del verano el cerebro se colapsaría, provocándote una flatulencia que podría degenerar en un chusco. Avisad@ quedas.

Lo único bueno de la canción del verano es que la oyes tantas veces que la acabas aborreciendo, tú y todos, y no la vuelven a poner nunca. Bueno, hasta que algún cantante con muy mala entraña la rescata de alguna gasolinera donde se estaba momificando, embalsamada  en un cassete, y la remezcla en su último single. Sí, estoy pensando en Jenny Farlopa y su refrito de la lambada. Infumable incluso para la Farlopa y su extennnnnsamente comentado pandero (trataron de medirlo por palmos pero faltaron manos).

Ah, no quisiera terminar sin saludar a mi lector (o lectora) de Rusia. Sí, te he visto entrar varios días… ¿Qué haces tan lejos, alma cándida? Con el frío que hace allí arriba… Bueno, me alegro de que mis letras lleguen tan lejos.  ¿Te has sorprendido de que te haya detectado? Que sepas que puedo ver desde qué países me leen, y también qué pones en los buscadores para llegar a mi blog (eso sí que es descojonante. De verdad, pones unas cosas en google que es para encerrarte en un psiquiátrico y tirar la llave…). Antes de que te asustes, no veo QUIÉN pone la frase en google, sólo la frase. ¡Anda, sal de debajo del sofá, tu anonimato está a salvo!

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Esta entrada fue publicada en ¿Por qué a mí? Diario de una escritora y etiquetada , , , . Guarda el enlace permanente.

5 respuestas a La canción del verano, si Mozart levantara la cabeza…

  1. Cuando hagan la peli de tu libro no elijas tú las canciones, reguetonera…

  2. Candela dijo:

    Pues a mi llamarme nostalgica, pero hecho de menos a georgi dan, era muy chungo, sip, pero sabias a lo que atenerte…

  3. En el Jueves leí que algunas canciones te hacen desear arrancarte los ojos para taparte las orejas con ellos…

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