En la intimidad de mi mail

¿Has visto que un juez ha dicho que se pueden difundir los correos de Iñaki Urdangarín? Bueno, esto no es nada nuevo, los corintios están hartos de que se lea su correspondencia sistemáticamente en todas las bodas y nadie les hace ni caso… Sí, sí, hace mucha gracia, pero mañana podrían ser TUS mails, las cartas de un apóstol a TI. Entonces a ver si te haría tanta gracia…
Yo, por si acaso, estoy dejando de enviar fotos de mis juanetes como firma electrónica en mis mails. Paso de que caigan en malas manos y terminen en alguna página porno fetichista… Tampoco pongo información personal, ni opiniones políticas, planes, aficiones, nombres de reyes godos, números primos o agilipollados… ¡Uff, qué tostón repasarlo todo!
Bueno, una vez mi intimidad queda protegida sólo me queda quitar del blog los mensajes a mi amante (están en el apartado titulado “mi pulguito espartano”), comprar todos los ejemplares de Playboy de la próxima semana, y ya está, soy una persona de reputación intachable que nunca ha pisado una cárcel (espera un momento, que quemo estos papeles… ¡Ahora sí, nunca he estado en una cárcel!)
Ahora fuera bromas, estamos jugando con la intimidad de las personas. Luego te dirán que el juicio sienta precedente (el precedente cuando se sienta, ya no hay jurjos a levantarlo, es como un pandero de folklórica), que si tus mails son muy cachondos y tienes que compartirlos, que la gente está aburrida y harta de leer mensajes que comienzan con “holi”, etc.
No quiero entrar en los mensajes que comienzan con “holi” pero todos sabemos que pueden provocar náuseas, migraña e incluso espiazamiento de metacarpo.
Si has leído recientemente un «holi» (yo lo he puesto varias veces, así que digamos que es tu caso), limpia tu mente leyendo «Al otro lado de las llamas», mi novelica, que goza de muy buena crítica y en la que nadie saluda con paridas de estas. Corre, perrea aquí con tu ratón y hazte con ella.

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