Ahí voy yo, viento en popa a toda vela, navegando por Amazon a bordo de mi libraco “Al otro lado de las llamas”. Para ser mi primera aventura literaria tengo que agradecer que de momento no me haya asaltado ningún cocodrulus amazónico, ni me han picado los moscones, ni he tenido que limpiarme la pomme de terre con papel higiénico ¡¡¡de marca blanca!!!
Pues sí, no me quejo, a pesar de que no me asedian los periodistas para que les conceda una entrevista ni me llaman de los más afamados programas de literatura (porque alguno quedará, ¿no?) para que suelte un chascarrillo de los míos. No, eructar no, que no sé. Solo por escrito, mira… ¡Burp! ¿A que emociona?
Tengo que encontrar un momento para concretar presentaciones en locales varios, tendría que haberlo hecho ya pero: No tengo tiempo. Mis obligaciones no me lo permiten. Todo está muy lejos. Me pica un pie… La verdad es que me da un poco de vértigo el tema, me da miedo quedarme como petrificada y no poder moverme hasta que alguien me tire una moneda, o algo. Ya lo he visto antes. En las ramblas.
En fin, voy a tener que armarme de valor y mover mis lorzas sabrosonas (mira, lo he puesto porque queda gracioso pero poca broma con eso, que te lanzo a los perros) hasta librerías, centros cívicos, charcuterías y tascas varias. Creo que a la primera presentación no avisaré a mucha gente, será como un simulacro (¡¡bueno, pero los que vengáis compradme la novela, hijos de Belcebú!!).
Venga, deséame suerte que voy a maniobrar con la novela hacia los rápidos. Dicen que detrás hay un puerto seguro, pero yo solo veo los hipopótamos que inspiraron el Tragabolas, esperándome con las fauces abiertas. Ay quién maneja mi barca, quiénnnnn? Que a la deriva me lleva, quiénnnnnn?
Por cierto, sé que no puedes aguantar más sin echarle la zarpa a “Al otro lado de las llamas”, consíguela:
– En ebook.
– En papel.
Al otro lado de las llamas 