Estamos a 3 de enero y ya me siento defraudada por el nuevo año. Todos esperaban con tanta esperanza que llegara el 2015 que yo me había preparado para todo, y ya ves… ¿Qué hago yo ahora con los 200 Kg de harina? Y, bueno, las gafas de soldador, el vestido de Salomé en Eurovisión y las botas con suela de plomo… ¿Qué? ¡¡Es que no sabía qué leches pasaría, tanta expectación, tanta expectación…!!
En fin, aquí estoy con mis tres kilitos de polvorones guardaditos en las cartucheras. ¡Oh, no te apures, si no me molesta! Ahora me pondré a hibernar como los osos y despertaré en julio con mis lorzas consumidas, mis músculos convertidos en gelatina y los ojos hinchados como la papada de un sapo disfrazado de pera. Bueno, y seis meses de mi vida perdidos para siempre… Vaya, ahora que lo pienso la estrategia del oso es un poco cacosa.
Este año al menos tengo la suerte de no tener que apuntarme al gym, ya lo llevo pagando desde el enero pasado. Es que soy muy previsora… Y la de dinero que he ahorrado, si me apuntara ahora pagaría una cuota más alta que la que tengo. Bueno, y ya puestos, si hubiera ido alguna vez en todo este año, lo que habría ahorrado en agua no tiene nombre… Pero no quiero ahondar en este tema que levanta ampollas en mi casa (si hubiera ido, levantaría lo mismo pero sin “am”).
Espero que hayas pasado un feliz fin de año, que tú al menos hayas podido amortizar el equipo de antidisturbios (yo voy a ver si me devuelven el dinero) en compañía de tu pareja o mascota y si no tienes, que hayas empezado el año con el menú italiano, penne a la putanesca.
Por cierto, ¿te interesa un vestido de Salomé seminuevo, ligeramente espolvoreado con roca lunar pulverizada? ¡Causa furor entre los perros de lanas!