Hoy no tengo muchas ganas de escribir, estoy cansada, mi congrio de 3 años me ha asaltado al llegar a casa con pinturas para la cara (las de carnaval, nada de Maderas de Oriente) y me ha dejado como el payaso de Micolor. Y es que los congrios no son tontos, saben que las pinturas para la cara solo salen rascando con un nanas, así que ya te arrancarás tú la piel a tiras luego (ellos no, tienen que mantener esa carita tersa cual melocotón y dura cual hueso de melocotón). Esto es maquillaje permanente y no esos pintalabios que sales a la calle y se borran con la brisa.
Total, he pensado que para escribir un post con el culo, mejor escribo un post sobre el culo, ese gran desconocido que acecha a tu espalda. Sí, desconocido porque por más que te esfuerces nunca conseguirás mirarlo al ojete de frente. Bueno, y si lo consigues, felicidades: ¡ya puedes solicitar tu pensión por minusvalía!
La vida es injusta con el culo, que nace pensando en el gran futuro que le espera y pronto se ve con la mierda hasta el cuello. Como cualquier hijo de proletario, vamos. Aun así, el culo tiene un ojete de mirada torva con el que aspira a ver la gran muralla china, las cataratas del Niágara o “El árbol de la vida” versión extendida con comentarios del director (qué le vamos a hacer, nos ha salido especialito. Hay que quererlo).
Si alguien hace algo mal solemos decir que lo hace como el culo, cuando el culo tiene una habilidad que ni la fábrica MegaPlus de plastilina de PlayDoo para crear cacas de todas las formas, texturas y colores (¿te has fijado que los colores se ciñen bastante a la paleta de colores de los tintes para el pelo? ¡¡¡Tonos chispeantes!!!). Qué injusticia…
Es un profesional que lo mismo te hace unos conguitos (pero no te engañes, no saben requetebién) que te suelta un paladín a la taza. No sé por qué hago estas metáforas chocolateras cuando justamente el sabor no es su fuerte, pero es que nadie es perfecto. No se lo tengas en cuenta.
Por eso pido respeto para el culo, deja de meterle cosas, que por ahí no se come, y mantenlo limpio y pizpireto. El tanga es sencillamente insultante y le hace sentirse gordo ante la imposibilidad de taparse con tan poca tela. Haz que tu ojete vea mundo, déjalo silbar en los ascensores. Y si quieres tatuarlo, píntalo con pinturas para la cara. Es indoloro y el dibujo dura de 10 a 15 años.
NOTA: Maderas de Oriente es una marca de maquillaje, y no me hagas explicar los chistes más, es deprimente.
Me encanta el chocolate pero ese tema de que se parezca a la caca… da igual, adoro el chocolate!
Hace años leí un artículo sobre el Carnaval de Río, y decían que era una forma de anular las jerarquías sociales. Vale, me he desviado un poco pero sigue que ahora enlazo de nuevo…
La escena era: un dependiente de supermercado casi desnudo llevaba un orinal lleno de chocolate fundido, mojaba bizcochos en él y los ofrecía a los espectadores, en concreto la anécdota se refería a que un millonario cogió uno de esos bizcochos.
Lo que me quedó marcado fue el choco-caca en el orinal… inquietante…
Y de tu post me ha hecho reflexionar que los tintes del cabello son de la gama cromática generada por el culo… inquietante también…
Ostras, Ruth, lo del orinal con chococaca me ha llegado… La próxima vez que vaya a asaltar la tableta de Milka leeré esto y comeré panceta en su lugar. Gracias por ayudarme a cuidar la línea!!