Mira, iba a escribir un post sobre la inminente llegada de la primavera, las florecitas, los pajaritos y su abuela con bombachos, pero acabo de ver una noticia por la tele que me ha dejado patilaqueada. Resulta que en una exposición de obras de arte (por decir algo) se ha vendido un vaso medio lleno de agua por 20.000€.
(pausa dramática)
Así, tal cual. El vaso no es de cristal de Bohemia, ni ha sido tejido con hilos de plata por una miríada de hadas mamachicheras (¿o es mamachichosas? ¿RAE…?), no. Es de cristal normalis currientus del que puedes encontrar en tu todo a 1€ habitual (donde, por cierto, nada vale 1€. Publicidad engañosa y aliento putinero se respiran por igual en el ambiente). Como mucho puedes decir que con el agua pesa un huevo de Fabergé, pero poco más.
Respecto al contenido del vaso, me atrevería a decir que ni siquiera se han molestado en escanciar una botella de Evian. Ni Solán de Cabras (esa botellita azul me inquieta…). Ni Bezoya (Bezoya, para lavarse la… ¿Bezoya? ¡Bezoya, no te vayas!). Yo creo que han abierto el grifo y por el módico precio de medio céntimo han echado esa leche mágica que a los 10 minutos de reposo se vuelve transparente.
Desde aquí hago un llamamiento al comprador del vaso de agua, quiero enseñarle un pedazo de papel de wáter en el que me he sonado y, no sé, parece que mis mocos han tenido una epifanía o algo, se han esturreado por el papel de una forma que… me emociona tanto… Es de una sensibilidad que… Lo siento, no puedo seguir…
Por cierto, ¿buscas un libro majo para leer? Pues por mucho menos de 20.000€ (aunque si te empeñas en pagar eso no te voy a hacer un feo) te llevas «Al otro lado de las llamas«, una novela que te sorprenderá más que un post donde se habla de huevos Fabergé y Mamachichos como quien no quiere la cosa.
(¡¡¡¡Mooooc!!!!) ¡¡¡¡Dios mío, otra vez!!!
Al otro lado de las llamas 