Llevamos una vida muy ajetreada: el trabajo, recoger a las bestias en el cole para llevarlas a Alcatraz a hacer una extraescolar, ir a comprar, tomar algo con los amigos, pasar el dedito por la encimera llena de polvo (un dedito al día y en una semana la encimera está limpia), sacar al perro, recoger a las bestias otra vez, bañarlas a todas juntas (niños, perros, pareja y vecino que se ha asomado a por sal en el momento menos indicado. Necesitas una bañera más grande, solo se ven brazos, patas y pelos), hacer la cena…
Y, de repente, ¡crack! ¿Qué ha sido eso? No sé, pero ha sonado como a darle un mordisco a una galleta salada y te has quedado hech@ un cuatro. Parece que una vértebra ha saltado por los aires como una bomba de racimo. Una minucia. Cuando te ve tu pareja, cree que estás ensayando para “El jorobado de Notre Damme”. Vas al médico y te dice las temidas palabras: REPOSO ABSOLUTO. Ah, y nada de estrés ni agobios.
¿Nada de agobios? ¿Y quién va a recoger a los congrios al cole, quién sacará al perro…? ¿Quién me va a curar el corazón partío? ¿¿¿Quién pasara el dedito por la encimera??? Hay que montar un planning en el que tu pareja (menos mal que no la mandaste a la mierda la semana pasada, como tenías previsto), tus padres y cualquier desgraciado que se cruce en tu camino van a tener que repartirse todo lo que hacías tú.
Y tú, como una colilla en la cama, mirando la programación matinal y buscando formas de suicidarte en la mesita de noche. Porque cuando no puedes moverte, solo quieres salir y hacer cosas. Te han dicho “de la cama al baño y del baño a la cama”, así que ahorras 5 viajes al baño para emprender una expedición a la cocina en busca de chocolate. O galletas. O pan con chorizo. Después de 5 minutos, con la vejiga como una peonza (vas a hacer un Concha Velasco de un momento a otro), descubres que la dieta que hace tu pareja ha despojado la despensa de cualquier cosa apetecible.
La idea del suicidio cobra fuerza.
A las 48 horas ya tienes tres amigos invisibles. Mientras, oyes de fondo cómo los niños están encendiendo una fogata en el comedor para asar una rata que han cazado… ¿Os estáis portando bien? ¡Que sí, coññññ… que sí, que sí! No me fio ni un pelo… ¡Nada de meterse nueces por el culo! ¡Como me levante…! Se oyen risas.
Una semana más tarde te dice el médico que puedes volver a moverte, pero sin sobrecargar. ¡Sin sobrecargar! Demasiado tarde, todo tu círculo social se libera de la parte de tus tareas que estaba haciendo por ti, y te deja una montaña de ropa para lavar, como desagravio por todo lo que han hecho.
¡Crack! Sí, lo primero que haces es salir a comprarte galletas saladas…
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