Ah, qué bien sienta salir a correr de buena mañana, cuando todavía no están puestas las calles, los pajaritos cantan y el cerebro, apenas despierto, se pregunta cuándo leches compraste esas mallas verdes. Ah, sí, cuando querías ser Supermusgo, con el superpoder de extenderte sobre cualquier superficie y que no te arranquen de allí ni con agua caliente…
Los que te ven doblar la esquina con ese porte atlético y pararte para medir tus pulsaciones en tu reloj de pulsera con el superpoder de hacerte la declaración de renta y, además, darte la hora, poco se imaginan que tu carrerita cochinera ha empezado veinte metros antes. Pero es que estás empezando a brillar como una supernova y podrías perder un electrolito, con lo que cuestan de conseguir…
Lo importante para recuperarte es tomarte una bebida energética de esas ecológicas y cien por cien naturales, preferentemente de color azul (es que es sabor océano, todo muy natural), para recuperar las sales minerales, el tacto de la lengua y, sobre todo, las diez calorías que has gastado, no sea que termines perdiendo peso con esta mierda.
Ahora unos estiramientos para que tus músculos sepan que han estado haciendo deporte, y no robando el Jarra y Pedal del kiosco (el mes pasado venía con un silbato para calamares, ¿vale? ¡Pero de los rebozados! ¡Imprescindeibol!), coges aire bien hondo, a pie de autopista, que también tiene muchos minerales, y ahora al bar, a meterte entre pecho y espalda un bocata de beicon con queso y nutela que quita el sentido.
Te lo puedes permitir, para eso haces deporte.
también puedes permitirte ciertos lujos, como leer mi última novela, ¨Lúa«, o mi penúltima novela (que también es la primera),»Al otro lado de las llamas«. Adelgazar, no adelgazan, ni te ponen en forma, ni… Pero no hablemos de mí, háblame de ti y de por qué no las has leído todavía…
Al otro lado de las llamas 