La viralidad o cómo se ha matao Paco

Estoy hasta los chambursís de oír que cualquier tontería, cualquier vídeo de gatitos tratando de salir de un horno encendido (al parecer alguien ha confundido cuquis con cookies), cualquier estrunciada de morros contra una barandilla se hace viral, y en cuestión de horas cientos, miles, milones (¡!!) de personas los han visto.

Yo llevo ya un tiempo en las redes sociales soltando mis paridas (bueno, son paridas, pero esto no se le ocurre a cualquiera, ¿eing? Requiere un cuadro psicológico muy concreto y una medicación totalmente inadecuada) a diestro y siniestro en mi blog, en Facebook, en Twitter… Y nada, aquí ni virus, ni una triste gripe, a lo sumo una tosecilla cojonera. Tal vez tendría que sazonar mis posts con vídeos de escarabajos con tutú (mmm, sugerente, ¿a que sí? ¡Volad con eso puesto, desgraciados!), o hacer esa cosa supersorprendente, inédita y absolutamente descimborriante que no se me ocurre (y a ti tampoco, deja de reírte por debajo de la napia). Pero no porque no se me pueda ocurrir, ¿eh? Es que sufro de estreñimiento…

A ver, ¿a quién hay que matar aquí para que la gente acuda a mis letrillas como moscas a la mierd…? ¡¡¡MIEL!!! ¡¡A la miel!! En fin, no me importa, porque llevo torta… Sí, no sabes la mala leche que se gasta el vecino de abajo cuando le tiro lejía sobre su ropa tendida. Me gusta pensar que solo escribo para una élite de hackers que han encontrado mis posts en un laberinto de vídeos de gatitos y skaters escupiendo sus dientes. Soy como el Luis Butrón de internet. Todos quieren leerme, pero solo me lees TÚ.

Por cierto, tengo una gran noticia: ¡¡¡he pasado la primera fase eliminatoria del concurso literario de editorial Tagus!!! Sí, que corra el alcohol, quememos la ropa interior, lancemos artificiales… Uy, una rata huye despavorida, se conoce que tiene resaca. Bueno, ¿y ahora qué? ¡Pues a seguir votando! Me encomiendo a ti y a todos los santos (pero más a ti, no nos vamos a engañar, porque los santos no suelen tener Facebook) para que compartas esta lucha imberbe con parientes, amigos y cuchipandi en general, para que ellos también voten (bueno, que me voten A MÍ).

Pinchas aquí, pinchas en «ver todas las obras», luego buscas “Al otro lado de las llamas”, que oscila cual mariposuela entre las páginas 3 y 5, y la votas. ¡¡¡Gracias mil, ahora y en abril!!!

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