Vuelta y vuelta al cole

Como soy una mujer de mi tiempo, moderna y que se viste por los pies (no sabéis lo mal que lo paso para ponerme las camisetas), en su día cumplí con la convención social y me reproducí. Sin embargo, en lugar de tener dos seres de luz con los que compartir veladas de tertulia delante de la chimenea… No tengo chimenea, pero ya habría conseguido una… Lo que no haga yo por un ser de luz…

Decía que en lugar de dos seres de luz, vinieron dos gremlins que comieron después de medianoche nada más nacer y se pasan el día intentando tirarse a la piscina.

El caso es que después de… muchos muchos muchos meses, han vuelto al cole, ese lugar mágico donde una mujer moderna como yo puede dejar a los gremlins y largarse bailando claqué calle abajo. El primer día me llamó la directora, que resulta que tenía que volver a recogerlos luego. Vaya, hombre, si me dijeron que el curso duraba hasta junio…

Dejo a los gremlins con preocupación. Van con sus mascarillas, pero me consta que el gremlin 2 se la pone de diadema en cuanto me doy la vuelta. El primer día, el gremlin 1 vio al gremlin 2 en el patio, de lejos (vaya, los gremlins que viven juntos y se chupan la cara en casa sí que cumplen con la distancia social). «¿Y qué estaba haciendo?», le pregunté. «Estaba debajo de una pila de niños que había tirados en el suelo.» Estaría jugando a los estratos geológicos. Yo, nada, tranquila. Tranquilísima. Respirando en una bolsa de papel y tal. Al final no pasará nada, pero me van a salir muuuuchas canas, ya lo estoy viendo.

En otro orden de cosas, la editora que se está leyendo mi novela ya casi ha terminado y pronto me dirá a qué contenedor puedo tirar mis manuscritos. Dudo entre el azul y el amarillo. No, en serio, parece que le está gustando la novela y en breve me dirá a quién tengo que ir a dar la murga para que me publique. Y si no, siempre nos quedará Amazon, no?

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