Jungla time

No puedo creer que el producto de millones de años de evolución sea pasarse dos semanas friendo los pelillos de los puerros para llegar a fin de mes (mmm… qué idea te he dado, ¿eh? Pues tienes que probar las cáscaras de pistachos al vapor. Ahorras un huevo, sobre todo cuando te suicidas).

Si los griegos levantaran la cabeza… Quiero decir los griegos de la antigua Grecia porque los de ahora, lo veo más complicado. Después de tanto filosofar con sociedades utópicas, túnicas que no se vuelen con el viento y sexo anal desenfrenado, mira cómo tenemos que vernos… Lo único que hemos aprendido de ellos es que al yogur, igual que al gintonic, se le puede poner pepino en caso de necesidad y venga, “tó p’adentro”.

Bueno, siempre podría ser peor, después de millones de años de evolución al bicho bola sólo se le ha ocurrido protegerse de sus depredadores ¡haciéndose bola! Mira que hay que ser tonto, si ahora los depredadores llevan incorporado su palillo y todo para ensartar al bicho y ponerlo en el Martini.

¿Y qué hace una chica como yo en un sitio como este? Con lo bien que estaría en la jungla (una jungla sin bichos, se entiende) con mis cocos, mis orangutanes cocinados en su pelo, mis piñas coladas servidas en caracola de mar… Soy una mujer de gustos sencillos. Me movería entre los helechos vestida con un trikini (mira si soy sencilla, que ni siquiera me importa que me deje una marca como de cebra de brocha gorda) con la agilidad y la elegancia de un champiñón (un champiñón ágil y elegante, se entiende).

Sólo pido que me dejen llevar un abrelatas, porque dios sabe que con los abrefáciles selváticos te quedas con la anilla en la mano a la primera de cambio, y se te queda una cara de astucia, de dignidad, de berberecho rejoneado… ¡Y a ver cómo abro el coco ahora!

Tendré que llamar a uno de esos aborígenes de la selva que lo mismo te encienden un fuego rascándose un palo contra el sobaco que te cuentan la última temporada de Lost de primera mano. Majos, son un rato, pero llevan unos bañadores tipo Borat que elevan mi trikini al podio de la moda silvestre y bajan mi libido al nivel under-topo.
Hablando del trikini, parece que ya me está dejando marca porque creo que los morlacos estos me llaman “Rayuela” a mis espaldas…

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