Los bailes y el fin de la especie humana

Hoy me ha dado por hablar del baile. El baile no deja de ser una especie de ritual de apareamiento, te pones delante del ejemplar de buitre leonado que te quieres camelar y te mueves lo mejor que sabes para transmitirle ideas como: mira qué bien me muevo, eso es que estoy bien de salud. ¿No? ¿Qué tal esto otro? Si me muevo así en vertical, imagina en horizontal… ¡I-MA-GI-NA! No, si te estás imaginando un gusano de seda reptando por una hoja de morera, no va por ahí la cosa… Vamos, que el fin de toda esta parafernalia es hacerte atractivo al (a la) otr@, no nos engañemos. Entonces, ¿qué narices significa el “gangnam style”? Te pongo en situación (hipotética): Yo, toda mona (como siempre, claro. Esto no es hipotético) estoy en la barra de la discoteca, oteando el horizonte en busca de alguna lechuza y, de repente, él se planta ante mí. Él, no, ÉL. Alto, guapísimo, ojazos de no sé qué color (está oscuro, ¿a quién le importa?), pelo… simplemente, ¡pelo en la cabeza (donde hay pelo, hay alegría)!, tipazo, qué brazos, qué “pechorales”, qué barbita de chivo que le cuelga hasta la pezuña… Ay, no, eso no, es increíble cómo los sueños de una cabra se han colado entre los míos. Resumiendo, qué todo… Me mira y me tiemblan las piernas como a Lina Morgan. Entonces separa un poco las piernas, levanta los brazos… Y se pone a bailar el gangnam style. Ahí, dándolo todo… Me giro a toda velocidad hacia el camarero y le pido el trago más fuerte que tenga. Él me mira con recelo porque me ve chiquitaja pero yo le doy un puñetazo a la barra y repito: ¡lo más fuerte! Jo, me he hecho daño en la mano… Lo necesito para olvidar lo que acabo de ver, pero es imposible, ni con absenta, ni con nada. Lo tengo grabado en mi retina a fuego, y esta imagen infernal me perseguirá hasta que vea un pollo de dos cabezas. ¡Pero qué cosa más antisexy, por dios! ¿Qué es eso que se me ha caído al suelo…? Ah, es mi libido. Ahí se queda, yo me largo, que están echando “Pretty Woman” por a tele por enésima vez, si me doy prisa todavía llegaré a tiempo de ver la escena de la ópera. Murmuro que me he roto una pierna y me voy, pies para qué os quiero. ¿Sí o no?

¡Evolutivamente hablando, el bailecito del gangnam style está pidiendo la extinción de la especie a gritos! Hazme caso, te lo dice una bióloga. Si parece que estés montando a lomos de un san Bernardo, por favor… Será divertido, será gracioso, lo que tú quieras… Pero no lo uses para ligar. Funciona menos que el viejo truco de “Ven p’acá, cordera, que te voy a meter de todo menos miedo”. Todavía oigo al chino que se lo ha inventado descojonándose en su casa, y con razón. Es que estoy segura de que todo esto del gangnam style comenzó como una apuesta: “¿A que no te atreves a grabarte bailando este suicidio social?”. “¿Que no?” Y entonces llega la frase que ineludiblemente sella tu destino: “¡No hay “furflins” a hacerlo!”. Ya no hay vuelta atrás.

Ah, y esos bailes discotequeros que se han puesto tan de moda cuando ponen hardcore, que levantas las manos y te dedicas a moverlas como si te hubieras apuntado a kárate… Ésos tampoco ponen nada. ¿Qué mensaje estás enviando, que puedes cortar verduras a la velocidad de la luz? ¿Que no tienes lepra, porque con esos movimientos se te saldrían los dedos disparados como dardos de manicura impecable? ¿Que tienes parkinson?

Conclusión: Desde este humilde blog quiero romper una lanza a favor de los bailes regionales. Esas sevillanas, esas sardanas… ¡Esas joticas buenas! Poner, no ponen nada, pero al menos son bonitas de ver… Y si te quieres reproducir, hazlo por esporas.

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2 respuestas a Los bailes y el fin de la especie humana

  1. Olga dijo:

    Jajaja!!! Cuánta razón… El gagnam style lo veo más para los que ya tienen pareja desde hace tiempo, porque total, la líbido no puede pasar del suelo, y por lo menos te ríes un rato y rompes la rutina del «esta semana te toca a ti hacer el baño» XD

  2. requefer dijo:

    Bueno, bueno, piensa que ver bailar a tu pareja el gangnam style puede ser motivo de divorcio!!
    ¡Un beso, Olga!

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