AHORRO PATATERO

Le estaba contando a mi banquero las vacaciones que me voy a pegar en Dubai, en el hotel ese que te dan el café con leche con virutas de oro macizo (eso es bueno para los dientes, te haces los empastes de oro sin darte cuenta), y me ha puesto una mano zarandeante en el hombro. ¿Qué? ¿Cómo que no tengo bastante dinero? El hombre se ha puesto en plan confidencial y me ha sugerido que ahorre. Qué técnicas tienen estos banqueros…

Está bien, he trazado un plan diabólico para que el dinero no me abandone como el desodorante. Lo primero, he dejado de comprar desodorante. Ahora voy a comprar al súper vestida de camuflaje, dentro de un matorral y con el monedero envuelto en cinta aislante, para no gastar por gastar.

Me acerco a las latas de atún y veo diferencias de precio que me hacen sospechar que en unas latas hay atún y en otras, tuneros. Esa lata me está mirando… Bien pensado, no necesito atún. ¡Mira cómo ahorro! Me voy a las verduras. Tengo ahí la balanza, para que yo misma marque lo que es cada cosa. Sin pensarlo, cojo judía verde y al pesarla, marco que son patatas. No suena ninguna alarma. ¡Muaaahahahaha!

Cuando termino de pesar todas las verduras como “patatas” (qué barato me está saliendooooo) se me ocurre una gran idea: cojo jamoncito del bueno, lo peso como patatas. Caviar iraní, son patatas parisinas. ¡Nadie notará la diferencia! Al final llego a la caja con toda la compra en bolsitas etiquetadas como “patatas”, soy un genio y bla, bla, bla… La cajera mira las bolsas desapasionadamente mientras mastica chicle, luego me mira con desdén, coge el micro y grita como una rata de Bengala: “¡Seguridaaaaaaad!”

¿Cómo se habrá dado cuenta…? Yo cojo el carrito y salgo corriendo, perseguida por tres seguratas y dos kilos de patatas que se despiden a moco tendido de los 50Kg de “patatas” que me he llevado. El carrito se desvía ligeramente a la derecha, ya sabía yo que no tenía que coger el carrito del pullover, y tengo que luchar a brazo partido para no entrar en la zapatería (¿podría pasar unos Manolos como chancletas de playa?).

Finalmente doy esquinazo a los seguratas. No es que corra más que ellos, es que me pongo en modo matorral y cuando pasan por mi lado los estampo contra la esquina. Resuelto, ¡mi primer día y ya me he ahorrado la compra entera! La pena es que cuando llego a casa y veo que solo he comprado patatas, me deprimo. ¿Es este el precio del ahorro? ¿¿Comer patatas el resto de mi vida??

Anuncio publicitario
Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s