Una barra de bar, un baileys con cocacola (muy digestivo), unos kikos revenidos, de esos que masticados con saña pueden ejercer de empaste durante cinco años, una caída de pestañas en el momento apropiado y… Sí, un manso se acerca. Morenazo, musculoso, ojos (dos) y, desde esta perspectiva no se ve, pero ya te imaginas el tremendo final de sistema digestivo que tiene: morenazo, musculoso, ojo (uno)…
El desconocido se inclina sobre ti y te susurra algo al oído. ¿Sabes qué es lo mejor de los idiomas? No entenderlos. Porque igual ha dicho algo como “Ven p’acá, jamelga, que te voy a chuperretear el páncreas”, pero tú solo oyes unas frases en francés que acarician tus oídos y te ponen los pelos como escarpias.
El tipo señala la puerta del bar con una sugerente inclinación de cabeza y tú te pones en pie como un resorte, te terminas tu cubata de un trago (en seguida te arrepientes, vas a pasarte media hora masticando el engrudo este) y le sigues a la salida calculando las probabilidades de que sea un psicópata y tus vísceras vean mundo antes de que termine la noche. Bah, los psicópatas no son tan franceses.
El tipo te coge la mano (una descarga eléctrica recorre tu cuerpo, dejando doce piojos muertos y veintitrés heridos) y te guía por la calle hasta la esquina. Allí se detiene y dice algo. Ains, si sigue hablando así le vas a saltar encima como una rata de Bengala y… Anda, si está señalando tu coche. ¿Quiere que le lleves a lo oscuro, eh? ¡Vamos, que el cielo empieza a clarear y tu maquillaje es de vampiresa, con la luz del sol pierde mucho!
Te subes a tu supercoche aparcado en doble fila… Siempre aparcas en doble fila, porque si aparcas bien siempre puede venir un idiota y aparcar en doble fila, y luego no puedes salir. A lo que vamos, sacas el coche, dispuesta a recoger al fulano ese del culo monocular y… Anda, ¿dónde está? ¡Si se ha metido en otro coche! Al mover tu coche, él puede sacar el suyo, que estaba bien aparcado. Antes de irse te dedica una peineta, que eso se entiende en cualquier idioma.
Sí, hoy has triunfado.
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Al otro lado de las llamas 